sábado, 30 de mayo de 2015

Los Olivos



¡Viejos olivos sedientos
bajo el claro sol del día,
olivares polvorientos
del campo de Andalucía!
¡El campo andaluz, peinado
por el sol canicular,
de loma en loma rayado
de olvidar y de olvidar!
Son las tierras
soleadas,
anchas lomas, lueñes sierras
de olivares recamadas.






Mil senderos. Con sus machos,
abrumados de capachos,
van gañanes y arrieros.
De la venta del camino
a la puerta, soplan vino
trabucaires bandoleros!
Olivares y olivares
de loma en loma prendidos
cual bordados alamares.
Olivares coloridos
de una tarde anaranjada;
olivares rebruñidos
bajo la luna argentada.







Olivares centellados
en las tardes cenicientas,
bajo los cielos preñados
de tormentas...
Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
los agostos de agua al pie,
los vientos primaverales
vuestras flores racimadas;
y las lluvias otoñales,
vuestras olivas moradas.
Olivar, por cien caminos,
tus olivitas irán
caminando a cien molinos.







Ya darán
trabajo en las alquerías
a gañanes y braceros,
¡oh buenas frentes sombrías
bajo los anchos sombreros!...
¡Olivar y olivareros,
bosque y raza,
campo y plaza
de los fieles al terruño
y al arado y al molino,
de los que muestran el puño
al destino,
los benditos labradores,
los bandidos caballeros,
los señores
devotos y matuteros...






Ciudades y caseríos
en la margen de los ríos,
en los pliegues de la sierra!...
Venga Dios a los hogares
y a las almas de esta tierra
de olivares y olivares!




Antonio Machado (Los Olivos)



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